Montserrat Puebla Cabrera
Quién pensaría hace unos meses atrás que dos objetos de uso habitual en casa se convertirían en nuestro mejor amigo de marchas, es decir, el agua con bicarbonato. Desde que empezaron las manifestaciones en la revuelta de Octubre, este artefacto nos ha servido no solo para resistir un poco mejor al gas lacrimógeno, sino para ayudar a gente que no solíamos conocer y que ahora vemos que son nuestras y nuestros compañeros de lucha en las marchas.

El agua con bicarbonato adquirió un significado distinto para quiénes hemos estado presentes en las manifestaciones, pues ahora significa unión, resistencia y fuerza hacia la fuerte violencia policial de la que hemos sido víctimas en cada convocatoria pre y post revuelta de Octubre. Difícilmente veo un futuro donde no sigamos usando este preciado artefacto, pues la memoria social es colectiva. Se transmite de generación en generación y antes era muy poca gente la que tenía conocimiento de esta mezcla para repeler un poco la toxicidad de la lacrimógena, pero ahora figura dentro de todas las marchas.